Posiblemente se trate de una de las palabras más de moda en estos últimos tiempos. ¡
Emprender!, emprendedor/a,… En la propia definición de la
RAE encontramos algunos de sus principales matices, la dificultad y el peligro que conlleva emprender, que le son inherentes.
Hoy en día no hay artículo de prensa económica, foro de opinión, etc. que no haga uso (a veces abuso) de este término. El nuevo emprendedor, hay que emprender nuevas aventuras, el arte de emprender,… todo esto se puede escuchar en cualquier charla a la que asistas (seguro que en estos momentos se está comentando en algún foro). Y es verdad, en el contexto socio económico en el que nos encontramos hace necesario, más que nunca si cabe, que nos mentalicemos y tengamos ese espíritu emprendedor.
Pero no podemos ser ajenos a nuestra cultura, nuestros usos y costumbres, nuestra idiosincrasia de cientos de años y hemos de reconocer que eso de emprender… en el mundo latino (y especialmente el hispano), pues no es muy popular (más allá que el uso “de boquilla” que se hace del término). Venimos encumbrando y envidiando a los oportunistas, a los del “pelotazo rápido”, a los rufianes demasiado tiempo como para pasar a ser ahora serios emprendedores de golpe… Os comento las principales barreras que se encuentra este bonito e ilusionante término para triunfar entre nosotros:
Barreras culturales
Son las primeras, sin lugar a dudas. Por un lado tenemos el
miedo al fracaso. En la encuesta del proyecto
GEM del
IE Business School, el 50% de la población activa española indica que el miedo al fracaso es el principal impedimento para emprender, en EEUU no llega al 15%. Asimismo, el 64% de los emprendedores españoles que fracasaron la primera vez declaran que no volverán a intentarlo. Y claro que da miedo el fracaso, porque nuestra cultura lo castiga muy severamente, sin darse cuenta que un fracaso es una lección aprendida, dos fracasos suponen muchos caminos erróneos que no volverás a coger y tres… son sabiduría. Por lo tanto, el fracaso no nos debería frenar, muy al contrario, debería darnos aplomo para volver a intentarlo de una forma diferente y credibilidad para que los demás confíen más en nosotros.
Otra barrera importantísima es la
necesidad de seguridad. Nos educan para no correr riesgos, con muchos miedos casi genéticos. En una reciente encuesta, casi el 80% de los estudiantes españoles aspiran a ser funcionarios o empleados por cuenta ajena, justo lo contrario que en EEUU (cerca de un 20%). Esto explica por sí mismo muchas cosas. Desde que nacemos no paramos de oír que lo importante es acabar una carrera y luego “buscar un trabajo” fijo (pero siempre después de la carrera) y eso frena muchísimo el espíritu emprendedor. Muchos de los grandes emprendedores y personajes de éxito y admirados hoy en día no se han graduado nunca. Mirad el ejemplo de
Steve Jobs en este precioso vídeo que me remitió un buen amigo.
En tercer lugar tenemos
la crisis de ideas. Somos muy ilusos y poco dados a contrastar nuestras ideas, somos una cultura ligada a la “idea feliz”, buscando el éxito rápido, con el mínimo esfuerzo y no señores, esto no funciona así. Hemos de trabajar las ideas, contrastarlas, estudiar la competencia, darle valor, buscar la singularidad, ver la viabilidad económica, etc. Es decir, definir un verdadero
plan de negocio para desarrollar nuestra idea y esto, de nuevo, no va muy con nuestra forma de ser, con nuestra cultura y claro, fracasamos más frecuentemente de lo que deberíamos.
Barreras administrativas
Nos encontramos en un modelo administrativo demasiado burocrático, con mucho papeleo y muy farragoso para cualquier trámite, basado en el derecho romano (todo por escrito) y en el modelo administrativo francés (eminentemente burocrático). Además con diferentes áreas de poder que confunden y poco ayudan a agilizar los trámites y la labor del emprendedor (Administración del Estado, de las Comunidades Autónomas, Locales). Es todo demasiado complicado, largo y costoso y, por mucho que se empeñen las diferentes administraciones, no consiguen facilitar el camino del emprendedor, que ha de luchar contra infinidad de trabas, pagos, impuestos, papeles, etc. Por no hablar de las “supuestas” ayudas… o de la financiación. Un verdadero calvario que tira para atrás al “más pintado”.
Barreras educativas y de esfuerzo
Por último nos encontramos con las inherentes al propio emprendedor. Suele tener una formación y un área de especialización y no quiere ni le interesa la polivalencia. Y no nos engañemos, por muy buena idea que tengamos, por muy buenos técnicos/tecnólogos que seamos, si no aprendemos a gestionar bien, a poner nuestro servicio/producto en el mercado, a cultivar las relaciones con clientes y partners, a planificar, dirigir estratégicamente, etc., lo más seguro es que tengamos un enorme sobreesfuerzo y nos acerquemos muy peligrosamente al fracaso. Al revés también ocurre. Por mucho que sepas gestionar, tengas relaciones, planifiques, etc., como no aprendas ciertos aspectos técnicos de tu idea y te rodees de buenos ejecutores, también te acercarás demasiado al fracaso.
Y dicho todo esto, ¿qué podemos hacer?, porque lo que es evidente es que hemos de empezar a cambiar el modelo productivo de nuestra sociedad y muy especialmente de nuestro país y eso pasa por no confiar tanto en que me provean de un empleo estable y tener algo más de espíritu emprendedor.
En mi caso lo tengo muy claro, tras 20 años de funcionario público y casi 3 de empleado de una Compañía privada, decidí traspasar la línea y emprender el camino del emprendedor con mis cuatro queridos (y sufridos…) socios en una aventura empresarial en la que estamos muy ilusionados y trabajando muy tenazmente.
Para ello hay que desaprender mucho de lo que llevamos dentro y romper las barreras que os he comentado antes, en mi opinión, a la persona que se lo esté planteando le sugeriría:
Emprende, atrévete, sé valiente, no dejes pasar la oportunidad, con el tiempo uno se suele arrepentir de lo que no ha intentado, no tanto de lo que hizo mal o s equivocó.
Sé creativo y enamora con tu idea. A todo el mundo le gusta lo innovador, lo creativo y le gusta enamorarse, sentir pasiones. Si lo consigues, tendrás mucho trabajo hecho.
Nunca hay recetas magistrales para nada, pero si se tienen en cuenta las barreras que nos lastran, para intentar vencerlas y superarlas, y se aplican las reglas que os propongo más arriba estoy seguro de que se minimizan los riesgos y la probabilidad de allanar el camino de emprender es mucho mayor y no os quepa ninguna duda, detrás de todo está la felicidad de cada uno y un emprendedor satisfecho es una de las personas más felices que pueda haber, ¿te lo vas a perder?. ¡SÉ FELIZ!