Mucho, no, muchísimo se ha escrito, hablado, discutido,... del acto y la capacidad de
delegar. Y ¿qué más se puede decir? Yo creo que poco pero interesante...
Sin entrar en lo que se entiende por este famoso verbo, sí me gustaría hablar sobre los principales errores que se cometen al respecto. Veamos, para empezar, los cuatro tipos fundamentales de
malos delegadores:
- El primero es, como no puede ser de otra forma, el no delegador. Este tipo suele pensar... entre que me pongo, lo explico, a saber lo que me entienden, cómo lo hacen... bah!! lo hago yo más rápido y acabo antes... ¿Os suena? Pues... sin palabras!!
- El segundo, podríamos llamarlo, el clonador. Se trata del que delega ciertas funciones y espera que quien las va a realizar las haga exactamente como lo haría él/ella mismo/a... pues qué deciros... que acabará por apartar al delegado y volver a hacer las cosas por sí mismo/a antes de que cante un gallo
- En tercer lugar encontramos al gran fiscalizador. Sí, cree que delega, es algo más realista que el anterior y no espera que lo hagan exactamente como él/ella, pero... fiscaliza absolutamente todo lo que hace el otro, lo critica y... acaba por asfixiarlo...
- En cuarta posición tenemos al incoherente, delegando diferentes tipos de funciones, sin criterio, a salto de mata, entre sus colaboradores, provocando a veces que un colaborador no pueda realizar una tarea completa porque otra parte de la misma se la ha delegado a otro, etc. Este provoca gran desconcierto e insatisfacción entre los colaboradores.
Como podréis imaginar, estos cuatro tipos de "malos delegadores" van siempre agobiados, se creen absolutamente imprescindibles y producen una gran frustración en sus equipos colaboradores. Entonces, ¿qué podemos hacer?. ¿Hay alguna guía que nos ayude?. Basándome en mi experiencia y con la mayor de las humildades, os propongo ciertas fases, pautas o buenas prácticas para intentar delegar adecuadamente (a mí -creo- me funcionan ;)):
- Segmentar adecuadamente el trabajo. Dividir las tareas correctamente en unidades delegables, con coherencia, reflexionando al respecto. De forma que tengan una entidad y formen parte de un todo.
- Asignar responsabilidades entre los colaboradores. Que cada uno sepa de qué se ha de responsabilizar y de qué se le pueden pedir cuentas, aunque han de conocer el resto de tareas y responsabilidades.
- Delegar de verdad. Hacer un cruce entre las tareas identificadas en el paso 1 y las responsabilidades asignadas en el paso 2. En todo el proceso ha de haber una coherencia, cada colaborador tiene que entender por qué tiene una tarea delegada y no otras. Comunicar cómo se espera que se ejecuten dichas tareas, qué se espera de cada colaborador. Reducir la incertidumbre.
- Corresponsabilidad (empowerment). Quizás lo más difícil. Hacer copartícipe a los colaboradores de los objetivos que perseguimos hasta el punto de que los hagan suyos. Que tengan capacidad de decisión y se sientan parte de los éxitos y posibles fracasos. Para ello hay que dar libertad y añadir nivel competencial entre nuestro equipo colaborador, sin miedo y con tolerancia al fracaso. No pasa nada porque se equivoquen una y otra vez, porque lo hagan diferente a como lo haríamos nosotros. Muy al contrario, eso enriquece y puede que nos ayude a ver las cosas desde otro prisma y acabemos por aprender nosotros mismos, lo que ayuda a "cerrar el círculo".
Visto así... ¿no nos gustaría trabajar en un equipo en el que se funciones así? pues... ¿a qué esperamos?. Aprendamos a delegar y a que deleguen en nosotros (que esa es otra historia digna de otro artículo...). En el complejo mundo laboral de hoy en día, recordad que si no sabemos delegar... no sabemos trabajar...